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"Esta bruma insensata", de Enrique Vila-Matas (Seix Barral, 2019)



Termino de leer el libro número 23 (entre novelas, cuentos reunidos y ensayos) de Vila-Matas,  y me pregunto en qué medida ha decaído mi interés por él (casualmente, coincide con su marcha de la editorial Anagrama para fichar por un club mayor -Seix Barral-). Está claro que nuestra relación se ha enfriado, como el de un antiguo amor, pero no quiero pensar que es él el que ha cambiado y yo, como lector, sigo siendo el mismo. Yo empecé a leer a Vila-Matas algo tarde, más o menos cuando radicalizó algo más esas historias narradas al borde de la literatura, donde se desdibujaban como un juego las figuras del autor, el narrador, y los personajes (El mal de Montano, Doctor Pasavento, etc.). Tal vez en sus últimas novelas esa obsesión es ahora todavía mayor, el juego cada vez más peligroso (como una ruleta rusa entre el autor y su lector), y sus experimentos novelísticos, frente a su pretendida representación de lo real, expandiendo hasta el extremo sus límites (como una arquitectura imposible) o dinamitando la trama son más audaces. 

Dicho esto, Vila-Matas es como un viejo amigo del que nos cuesta soportar sus tics y reiteradas bromas, y que poco a poco vamos borrando de nuestro lado. Lo de viejo tiene otra lectura: con los setenta ya cumplidos parece cumplirse la norma de que el antiguo "enfant terrible" es percibido ahora como una vieja gloria nacional, y rechazado o 'asesinado' por la siguiente ola -ej. Manuel Vilas, Kiko Amat- que se burlan de su intertextualidad, su escritura compuesta de citas (como un medium convocando a sus escritores favoritos), de la supuesta candidatura al Nobel (como el insigne Javier Marías), y de los tópicos de "novelas para escritores". Pero, cuidado, Vila-Matas no es Camilo José Cela ni una vieja pieza de museo, y puede que en sus venas haya más rebeldía que en muchos de estos escritores más jóvenes a los que las siguientes generaciones estarán esperando con sus cuchillos en la mano. Dispara, Vila-Matas, dispara, viejo cowboy.

A todo esto, ¿y de qué va el libro? Bueno, el resumen lo encontraréis en la contracubierta del libro o en cualquier otro lado. Yo solo puedo añadir que trata sobre escritores ocultos (hay algún juego sobre Pynchon y la paranoia), sobre intertextualiad y citas. Pero también puede ser es un viaje al corazón de las tinieblas de la literatura (la búsqueda de Kurtz sería como la búsqueda del centro de la literatura y del yo volátil de Vila-Matas, de su afán de trascendencia -"situarse solos frente a la totalidad del ser", "hablar literalmente desde fuera del mundo real"). También puede ser si queréis una novela de terror, como el encuentro del narrador con el "Döppelganger", o su hermano oculto y fantasmagórico al que surte de citas para sus novelas. También la novela puede desprenderse de la metaficción y dar un salto a la novela realista, e imaginar, como si de Ana Karenina se tratase, un posible suicidio desde un tranvía en Barcelona. Y también puede invocar desde su imaginación a la realidad política de hoy y mostrarnos una Barcelona en brumas donde litigan nacionalistas catalanes y españolistas enfrentados en su idea de 'realidad' de un país. Esto es, "Una bruma insensata" puede ser como un cuento de fantasmas o un funeral vikingo, donde la realidad (el peso de eso que llamamos realidad, sea política u otra cosa) se precipita en una bruma y la vemos arder en su viaje al reino de la ficción o imaginación, y contemplar en la lejanía cómo se hunde en el oceáno de la imaginación esos cascotes de realidad llamadas España y Cataluña.

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