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Mostrando entradas de 2013

Voces y tinieblas en las catacumbas: Pilniak en la ciudad de Caoba

Las campanas "La ciudad gemía con el insólito lamento de las campanas derribadas de los campanarios. La ciudad vivía inmensa en un silencio inmóvil e impenetrable". "Dos veces al día soltaba un alarido de tedio con las sirenas de sus barcos y el tañido de sus antiguas campanas decomisadas y entregadas al tren metalúrigico" "Las campanas morían y aullaban hechas pedazos" El viento y la lluvia "El viento comenzó a huronear" "Una fina lluvia comenzó a caer sobre la ciudad con fatalidad otoñal" Las cornejas "Durante todo el tiempo que duró el crepúsculo [las cornejas] estuvieron agitadísimas (...) devorándolo a pedazos" "Las cornejas terminaron de desgranar el día" Los locos e idiotas del subterráneo "El siglo dieciocho se deslizó por entre las tinieblas volterianas" Caoba de Boris Pilniak (traducción de Sergio Pitol)

Diarreas mortales: "Ventajas de viajar en tren" de Antonio Orejudo

“Cuando nos queremos dar cuenta, no tenemos personalidad propiamente dicha que estudiar, sino una colección de cuentros, una narrativa tras otra, debajo de las cuales no hay personas” “Ventajas de viajar en tren”, la primera novela que ha caído en mis manos de Antonio Orejudo, es un relato audaz sobre personajes paranoides, esquizofrénicos, que trastornan su personalidad hasta extremos inhumanos   (como la terrible historia de la mujer convertida en perro por su marido en “Depresión postesquizofrénica”), o se rinden al culto de la mierda (la coprofagia del marido de Helga Pato o el vínculo entre la coprofilia y un accidente de avión) o a las montañas pestilentes de basura. Abunda como habréis imaginado el tono humorístico, de comicidad bufa y distanciamiento irónico (dando pie a un juego con la idea del relato, de la impostura y simulación, y la enfermedad) en una estructura circular, con abundantes registros (cada uno de los excéntricos personajes), y profanaciones

Aterradores mundos infantiles (II): "No tengo miedo" de Niccolò Ammaniti

Hay brujas que nos esperan cuando subamos a la colina, o animales salvajes. Nos despertamos de noche y no queremos abrir los ojos pues sabemos que junto al lecho se encuentra nuestra abuela muerta, o el hombre lobo, tal vez el hombre del saco, o un niño loco que nos contagiará con su locura. Qué terrorífico es el mundo de los niños. Todo lo cotidiano se les presenta con espanto, en cambio desprecian los peligros reales que temen los adultos. Poco a poco, aprenderán a transformar su mundo, hasta que un día se verán expulsados de su mágica existencia para abrazar el mundo de los adultos: esa fantasía que tomamos por realidad. Pasados los años, nuestro viejo mundo infantil sólo estará presente com una tenue sombra, tal vez se sienta a nuestro lado cuando dormimos o nos guiará a veces por los laberintos del sueño. Ammaniti ha vuelto a dialogar con esa sombra y con ella nos ha devuelto al recuerdo de ese mundo deformado, grotesco y terrorífico de la infancia. Pero lo hace c

Aterradores mundos infantiles: La cinta blanca (Das weisse Band, 2006), de Michael Haneke

Hanecke nos confía al maestro para que nos narre la historia ocurrida en la pequeña comunidad de Eichwald. Eso me gusta, porque en seguida vemos que el maestro es un personaje íntegro, un honrado miembro de la comunidad que aspira a casarse con Eva, la joven institutriz de los condes. Eso ya es algo si se trata de ponerse en las manos del terrorífico Hanecke. Una promesa para sobrevivir o salir tal vez indemnes “La cinta blanca” es un cuento o romance sobre unos episodios extraños y violentos que suceden bajo el terror de los niños de Eichwald. Desde luego, todo esto suena un poco más terrorífico que cualquier película de niños con encanto, “El pueblo de los malditos” o “Los niños del maíz” por ejemplo. Pero claro, siendo Hanecke no nos vamos a esperar a Harry Potter. En este cuento hay lógicamente una reflexión moral: toda comunidad que reprime sus instintos se verá condenada a asistir al regreso de esas sombras con mayor violencia. La cinta blanca que el pastor impone a sus