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"Los perros de Tesalónica" de Kjell Askildsen




“¿Te acuerdas de aquellos perros de Tesalónica que no podían separarse tras haber copulado?, preguntó. En Kávala, respondí. Los viejos sentados en la terraza del café gritaban, prosiguió, y los perros aullaban intentando librarse el uno del otro. Y cuando salimos de la ciudad vimos una luna creciente y fina tumbada de espaldas, y tú y yo nos deseamos, ¿lo recuerdas? Sí, contesté.”

La escena
Variaciones de un mismo cuento. Pongamos una pareja en un escenario común, ordinario: una casa por ejemplo. Pero no es una casa normal, claro, pues la situación es extraña, tensa. Un ambiente de pareja (un matrimonio o unos hermanos por ejemplo) viciado por el rencor, la frustración, la incomunicación o el deseo de escapar. Son personajes que parecen atrapados en una escena sin sentido, paralizados en un teatro de marionetas, tediosas escenas de gestos y diálogos repetidos, mecánicos, frases apenas formuladas, preguntas sin respuesta, escupidas a la nada, como en una ópera bufa, o deseos que se agotan al instante, como un eco muerto: son parejas que ya no recuerdan desde cuando se detestan, pero son incapaces de cambiar el rumbo de sus vidas.

La "acción" o "trama”, el suceso
¿Qué sucede? Alguien amenaza el orden doméstico, una visita inesperada: un familiar o un amigo que viene a importunarnos, violentarnos o una amiga de nuestra mujer o de nuestra hija con la que fantaseamos, ese fuego apenas vislumbrado de nuestra pasión; o tal vez hay alguien vigilando la casa, un intruso, o un animal que nos acecha.
La casa como refugio, como búnker, nuestra celda, nuestro lecho varado en un desierto de amor. Afuera está el bosque, los fiordos, el mar. ¿Has cerrado la puerta? Fuera, siempre golpea el viento, o se aproxima una tormenta, o hay una luz que amenaza con extinguirse, una oscuridad que amenaza con devorarnos.

Vasos vacíos
Y Alcohol, mucho alcohol, el combustible para afirmarnos en cada deseo, limpiar el aire enrarecido y sofocante del hogar. Para arder juntos en este lecho, y como un barco a la deriva, navegar insomne, fantasmal, esperando que el crepúsculo o el mar nos devore.

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