Leído este libro de más de 500 páginas, me viene a la cabeza la afirmación de Roberto Bolaño de que uno no debería leer autobiografías, salvo cuando el que la escriba tenga un pene en erección de treinta centímetros. Esta regla invalidaría cualquier biografía y no harían justicia a estas memorias escritas con honradez y que se leen con gusto.
Mi impresión es que el libro de Mermall es interesante por exponer todo lo que cabe en una vida humana, un vida humana normal y corriente. Si sois amantes de las biografías heroicas tipo Napoleón en Santa Helena o de las grandes gestas intelectuales a lo Stephen Hawking o Marie Curie tal vez este no sea vuestro libro. Tampoco si lo que os gustan son los cotilleos o las maledicencias políticas o literarias, que aquí el pudor o la discreción sortean. Mermall es proclive a exponer intimidades, rencores, agradecimientos y algunas vergüenzas, pero vinculadas a su intimidad, aireando sus victorias y derrotas domésticas (padres, madrasta, hermano, exesposas, amigos, colegas son los protagonistas de este teatro vital) más que la épica de las derrotas y victorias humanas o colectivas. No hay grandes gestos ni épica en una vida común y corriente, ni siquiera él, que padeció la herida del Holocausto judío; tan solo hay pequeños ajustes con su pasado, como un anciano desgranando con sus dedos huesudos las horas pasadas.
Cierto. Su vida pasó por los terribles episodios de las familias judías que sufrieron el holocausto (la madre murió en los campos de exterminio, y el padre y él sobrevivieron de milagro escondidos en los bosques). Sin embargo, él no se detiene en este periodo de su terrible infancia para dotar de intensidad dramática su vida. No, la vida de Mermall, su sustancia, no deja de estar hecha con el mismo barro que todas las vidas. Mermall despliega aquí una de esas vidas, la suya, y se puede decir que la cierra. Mermall murió en 2011, el mismo año que se publicó el libro en España. Quizá ahí la vida tampoco fue justa. A una vida tan expansiva como la de Mermall (el prólogo de Muñoz Molina es interesante en este aspecto), creo que le haría ilusión que este libro se encontrara con otras vidas, otros corazones, otros lectores.
Mi impresión es que el libro de Mermall es interesante por exponer todo lo que cabe en una vida humana, un vida humana normal y corriente. Si sois amantes de las biografías heroicas tipo Napoleón en Santa Helena o de las grandes gestas intelectuales a lo Stephen Hawking o Marie Curie tal vez este no sea vuestro libro. Tampoco si lo que os gustan son los cotilleos o las maledicencias políticas o literarias, que aquí el pudor o la discreción sortean. Mermall es proclive a exponer intimidades, rencores, agradecimientos y algunas vergüenzas, pero vinculadas a su intimidad, aireando sus victorias y derrotas domésticas (padres, madrasta, hermano, exesposas, amigos, colegas son los protagonistas de este teatro vital) más que la épica de las derrotas y victorias humanas o colectivas. No hay grandes gestos ni épica en una vida común y corriente, ni siquiera él, que padeció la herida del Holocausto judío; tan solo hay pequeños ajustes con su pasado, como un anciano desgranando con sus dedos huesudos las horas pasadas.
Cierto. Su vida pasó por los terribles episodios de las familias judías que sufrieron el holocausto (la madre murió en los campos de exterminio, y el padre y él sobrevivieron de milagro escondidos en los bosques). Sin embargo, él no se detiene en este periodo de su terrible infancia para dotar de intensidad dramática su vida. No, la vida de Mermall, su sustancia, no deja de estar hecha con el mismo barro que todas las vidas. Mermall despliega aquí una de esas vidas, la suya, y se puede decir que la cierra. Mermall murió en 2011, el mismo año que se publicó el libro en España. Quizá ahí la vida tampoco fue justa. A una vida tan expansiva como la de Mermall (el prólogo de Muñoz Molina es interesante en este aspecto), creo que le haría ilusión que este libro se encontrara con otras vidas, otros corazones, otros lectores.
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